La empresa Glencore ha explotado las minas Calenturitas y la Jagua durante 25 años, siendo la primera empresa minera en cerrar dos minas de carbón a cielo abierto en Colombia. Posee la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina, el Cerrejón. Esta gran bomba de carbón no sólo se encuentra en La Guajira, sino también se replica en el departamento del Cesar, que históricamente ha sido denominado 'el corredor minero'.
Después de mucho tiempo, finalmente en junio de 2020 se produjo el cierre de las minas de forma inesperada e irregular. Glencore entregó y devolvió los dos títulos mineros, la Jagua y Calenturitas al Estado Colombiano, faltando 10 años aproximados para su cierre definitivo.
El gobierno colombiano ha señalado que esta zona será el primer piloto de transición energética y cierre de minas de carbón en el país. Ha anunciado recientemente su proyecto de transición informando que ahora el corredor minero se llamará: El corredor de la Vida.
Sin embargo, NO existe un marco legal, ni tampoco una política pública sobre reparación, transición a renovables y abandono del carbón.
No alcanza con cerrar las minas, una verdadera transición energética debe contener los componentes de justicia y reparación a las comunidades impactadas en el ambiente en el que viven, su salud, economía, y sus derechos básicos. Es necesario el respeto a la voluntad y el protagonismo de las comunidades que habitan allí ancestralmente.
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El pueblo Yukpa y más de 13 comunidades que habitan los territorios del “corredor minero” piden justicia, reparación y transición para las comunidades del Cesar impactadas por la mega minería de Glencore.
La empresa Glencore ha explotado las minas Calenturitas y la Jagua durante 25 años, siendo la primera empresa minera en cerrar dos minas de carbón a cielo abierto en Colombia. Posee la mina de carbón a cielo abierto más grande de América Latina, el Cerrejón. Esta gran bomba de carbón no sólo se encuentra en La Guajira, sino también se replica en el departamento del Cesar, que históricamente ha sido denominado 'el corredor minero'.
Su accionar es un desastroso ejemplo de cómo se manejan las mega industrias fósiles extractivistas en Colombia y Latinoamérica. Intervienen sin ningún tipo de consulta previa ni respeto por las comunidades que habitan ancestralmente en los territorios explotados, obtienen ganancias extraordinarias por décadas, y dejan pasivos y daños gravísimos, que llegan hasta poner a comunidades indígenas como el pueblo Yukpa en riesgo inminente de extinción. Esto se denomina como un exterminio físico y cultural por la Corte Constitucional Colombiana.'
Después de mucho tiempo, finalmente en junio de 2020 se produjo el cierre de las minas de forma inesperada e irregular. Glencore entregó y devolvió los dos títulos mineros, la Jagua y Calenturitas al Estado Colombiano, faltando 10 años aproximados para su cierre definitivo.
El gobierno colombiano ha señalado que esta zona será el primer piloto de transición energética y cierre de minas de carbón en el país. Ha anunciado recientemente su proyecto de transición informando que ahora el corredor minero se llamará: El corredor de la Vida. Es una oportunidad emblemática para hacer justicia realizando un cierre de minas con garantías y una transición hacia las energías renovables dirigida por las comunidades.
Sin embargo, NO existe un marco legal, ni tampoco una política pública sobre reparación, transición a renovables y abandono del carbón.
No alcanza con cerrar las minas, una verdadera transición energética debe contener los componentes de justicia y reparación a las comunidades impactadas en el ambiente en el que viven, su salud, economía, y sus derechos básicos. Es necesario el respeto a la voluntad y el protagonismo de las comunidades que habitan allí ancestralmente.
El pueblo Yukpa y más de 13 comunidades que habitan los territorios del “corredor minero” piden justicia, reparación y transición para las comunidades del Cesar impactadas por la mega minería de Glencore. ¡Únete con tu firma!