Los departamentos del César y Magadalena durante años formaron parte del llamado “Corredor Minero". Allí la empresa Glencore (Prodeco) ha explotado durante 25 años. Las minas Calenturitas y la Jagua, obteniendo ganancias multimillonarias. En el 2020 estas minas se cerraron, dejando terribles pasivos e impactos económicos, sociales y ambientales pendientes de reparación. 

Tras el cierre de las minas, diferentes comunidades del Cesar y Magdalena como el pueblo indígena Yukpa, comunidades Afrocolombianas, campesinos, sindicalistas, entre otros, han comenzado a desarrollar sus propios proyectos productivos autónomos, social y ambientalmente justos.

Uno de los ejemplos de proyectos productivos es Delycrem, de la Asociación de Mujeres Negras, Indígenas y Campesinas de la Jagua de Ibirico (AMMUCINJAI) . Una asociación liderada por mujeres, enfocada en la producción y comercialización del productos lácteos, y otros agropecuarios. Esta asociación actualmente da empleo a más de 90 mujeres cabeza de hogar.

Para que proyectos como AMMUCINJAI se puedan llevar a cabo, se precisan de energías renovables y accesibles, que puedan desarrollar esos proyectos en una forma compatible con los costos de la producción, respetando el contexto socioambiental.

El gobierno colombiano anunció que esta zona será el primer piloto de transición energética, al que denominó como “El corredor de la Vida", y a través del programa Comunidades Energéticas, el Ministerio de Energía priorizó más de 52 comunidades energéticas en El Cesar y Magdalena¹. Sin embargo, su materialización no ha tenido grandes avances (solo se concretaron 6)², retrasando los proyectos de vida de miles de personas.

Hoy te pedimos que te unas firmando y compartiendo esta petición para que el Ministerio de Energía cumpla con sus compromisos y materialice las comunidades energéticas en el Cesar y Magdalena.