Sabemos que cobrar impuestos a las empresas de combustibles fósiles por sí solo no basta para resolver la crisis climática. Necesitamos que los gobiernos dejen de financiar proyectos de carbón, petróleo y gas, y reorienten el dinero hacia una rápida transición a energías renovables para todxs.

Para hacer la transición justa, debemos hacer que los responsables rindan cuentas. Eso quiere decir poner a las personas por encima de los contaminadores. Y gravar las enormes ganancias injustas de las compañías de energía para financiar el acceso a energías limpias y renovables para toda la gente es un buen comienzo.

Pero es solo el principio. Los gobiernos deben distribuir el dinero en forma justa, incluso a quienes son más afectados por el cambio climático en todo el mundo, en países que tuvieron muy poco que ver con la creación de esta crisis, y en aquellos sin acceso adecuado a la electricidad.

Eso quiere decir que los países ricos, que han permitido y se han beneficiado de que los combustibles fósiles impulsen su rápido desarrollo, deben pagar su deuda. De este modo, los países vulnerables a los mayores impactos causados por la crisis climática podrán adaptarse y desarrollar sus propios sistemas de energía limpia, evitando por completo la necesidad de energía sucia procedente del carbón, el petróleo y el gas.

No permitiremos que la industria de los combustibles fósiles vuelva a celebrar sus enormes ganancias hechas a costa nuestra. No mientras luchamos con los impactos que ellos provocaron y con el aumento del costo de la vida. Y definitivamente no para invertirlas en destructivos proyectos de carbón, petróleo y gas fósiles.

Necesitamos un futuro justo, limpio y habitable para todas las personas. Uno que proteja a la gente común en todas partes de tener que asumir el costo de esta crisis que las grandes compañías de energía han causado.